Epitafio
Aquí, inmóvil, os ví desfilar ante mi corbata. Vuestros rostros, magma, y vuestras voces, viento. ¡Qué decir cuando el cuerpo es balsa a la deriva!
Vuestra procesión se interrumpía y me divisaba a mí mismo siendo sepultado por la ausencia.
Tras el parpadeo llegaba el alba, lugar en el que edificaba mis sueños, pero ¿no había ya soñado yo en aquellas noches de desvelo?
La penumbra vive en todo, lo no-visto siempre despierta inquietudes y temores.
Lo no-visto: aquello que determina. Navegamos con el crepúsculo en nuestras pieles, atizando con el bastón, creyendo ver lo invisible.
Y se ve; pero sin ser visto.